La felicidad
de un niño no tiene precio. La felicidad genuina.
El amor por una camiseta.
No camiseta de fútbol
como algunos ya estarán pensando.
De Handball.
Balonmano en equipo.
No beach
handball, ni pelota Vasca o Jai Alai.
Handball.
Dos y media de
la tarde llego a la cancha en frente de la Iglesia Cristo del Perdón. Entre
calles, llego al corazón. Llego a un sitio mágico donde decenas de niños y una
niña, jugaban Balonmano. Todos felices. El amor por competir, la euforia
infantil de protagonismo honesto. El entender que ciertas cosas son improvisadas
pero llegan del alma, han sido hechos que hoy, me llenaron el corazón. Me devolvieron
al pasado, me enfrentaron con un presente, y me ilusionaron con un futuro, que
como es incierto, no me preocupa.
Hoy estuve
compartiendo con jugadores de balonmano y pude llevar un emocionante reencuentro
con una gran persona , alguien a quien admiro por su valentía y coraje y emprendimiento
deportivo hacia alumnos que solamente aman el deporte sin esperar nada a cambio.
Una entrega honesta por decenas de años pero sin perder el objetivo de entrega
desinteresada por el bien de la competencia deportiva, y el deporte como medio
sano de vida.
Yo jugué Balonmano,
me puse la banda de Capitán alguna vez, salía de mi entorno escolar a compartir
con alumnos de otros colegios y aprender de ellos, de sus maneras de jugar, de
cómo se podía emprender un equipo para competir y obviamente ganar. Ganamos
algunas veces y perdimos muchas más, pero siempre estábamos contentos. Llenos
de ilusión del siguiente partido. Hambre de deporte, hambre de jugar y
competir, hambre de ganar pero asumiendo lo que fuere.
Hoy, supe que
la ilusión infantil se aumenta cuando sienten pertenencia de equipo. Cuando uno
siente su camiseta, y al anotar lo único que quiere hacer es besar el escudo,
es porque es afín a la mentalidad grupal, es el gran escenario de esa película
que llamábamos y seguimos llamando “Handball”.
Hoy recibí un
abrazo de gratitud mientras era yo quien estaba agradecido. Unas gracias
sinceras y una sonrisa pura. Ojala estos cracks sientan esa camiseta por
siempre. Hoy llamado Uniforme de Gala. Hoy llamado regalo, hoy llamado motivación,
hoy llamado equipo, hoy llamado sonrisas, hoy llamado felicidad, hoy llamado Handball.
Es para mí y
para todos en DacCoaching.com un orgullo enorme, presentar el equipo JFK Handball.
Estoy seguro
que con esa gran persona llamada Otto Seibert Carvajal, quien todavía maneja el
barco, y a quien dedico esta entrada, todos los alumnos aprenderán lo importante
que es sentir la camiseta. Esa emoción, la de sentir la camiseta, vale mucho más
que la camiseta como tal. La tela solo es una ayuda visual. Es solo tela y
estampados. Lo que se siente al ponerse esa tela y estampados, jamás lo podrán arrebatar,
y es una sensación enorme.
No será la última
camiseta que estos grandes jugadores de Handball se pondrán. Espero que cada
vez que se pongan las camisetas de la vida, las sientan con intensidad similar.
BUM...
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