Cuando decidí
cambiar mi ambiente de trabajo, porque ortopedista seré siempre, estuve en la búsqueda
de literatura que me ayudara a enfrentar este nuevo mundo. Mi polo a tierra en
el mundo corporativo era lo que veía hacer a mi esposa cuando éramos novios. Su
vida acelerada era parecida a la mía aunque yo permanecía metido en una clínica
hasta altas horas y desde tempranas horas también. Era en ese entonces mi modus
operandi y era un abrebocas a lo que sería mi vida. Mi esposa me dejaba ver lo diferente
que era el mundo ejecutivo o corporativo frente al mundo clínico o medico.
Al buscar
libros, encontré uno muy particular que llevaba el nombre de “Inteligencia
Ejecutiva” escrito por Jose Antonio Marina. Al verlo, lo primero que pensé,
junto con Uds. seguramente, es que se trataba de un nuevo tipo de inteligencia
dentro del mundo corporativo. Mi pasión por las múltiples inteligencias me
llevo a entender que existía también un tipo de inteligencia dentro de las
oficinas, la cual era diferente a la inteligencia dentro de un quirófano o un
hospital. No podía estar más equivocado.
No por creer que las “inteligencias” eran diferentes, porque lo son, si no por
asumir que inteligencia ejecutiva era la inteligencia de oficina.
Desde que
Howard Gardner introdujo el termino de Inteligencias Múltiples, la inteligencia
cognitiva, la que todos asumíamos como única, dejo de ser protagonista. Se
abrieron las puertas inicialmente a las
emociones, y esto fue descrito magistralmente por Daniel Goleman en su libro
Inteligencia Emocional. Fue después de un tiempo que se descubrió que no
importa que tan inteligente eres en cualquier tipo de inteligencia, si no pasas
del deseo a la acción, podrías quedarte sumergido en la ignorancia más
profunda. Te quedas en el limbo de “querer hacer” pero no encuentras la chispa
que lo hace realidad. Te falta entonces la inteligencia ejecutiva. La
inteligencia de “ejecutar” las acciones para cumplir tus metas.
Así pues, según
Jose Antonio Marina, “emerge la INTELIGENCIA EJECUTIVA, que organiza todas las demás
y tiene como gran objetivo, DIRIGIR BIEN LA ACCION (mental o física),
aprovechando nuestros conocimientos y nuestras emociones.”
No vivimos
para conocer, sino que conocemos para vivir de la mejor manera posible. Es así
pues que el conocimiento y las emociones están al servicio de la acción, siendo
la Inteligencia Ejecutiva, la encargada de dirigirles.
Dentro del ámbito
del pensamiento, llamamos “ejecutivas” a todas aquellas operaciones mentales
que permiten elegir objetivos, metas, elaborar proyectos y organizar la acción para
poder llevarlos a cabo. Son las destrezas personales que sirven de puente entre
la idea misma con la realización. Asimismo, hay un nivel generador de ideas,
sentimientos, deseos, imaginaciones, impulsos, y por otro lado, un nivel
ejecutivo que intenta controlar, dirigir, corregir, iniciar, apagar todas esas
operaciones mentales, con mayor o menor éxito. Cada cual, según la simbiosis de
estas dos esferas, podrá conocer donde se encuentra en la fina balanza del
deseo y la acción.
Si a lo mejor
no ha quedado claro el término como tal, a lo mejor mencionar los “bloqueos”
nos ayude a entender, en términos negativos, lo que es la inteligencia
ejecutiva, o la falta de ella. Si carecemos de inteligencia ejecutiva, nos
podremos ver enfrentados a 5 situaciones consideradas como bloqueos ejecutivos.
Frenos de acción.
Si una persona
carece de ejecución, (1) no podrá inhibir una respuesta, (2) no podrá iniciar
una acción per se, (3) no podrá tomar decisiones, (4) no podrá mantener sus
objetivos, y finalmente, (5) no podrá cambiar los objetivos si cree que debería
hacerlo.
Podría entonces
darme cuenta si yo, o alguien cercano a mí, carece de inteligencia ejecutiva?
Existen 2
enfoques. Si queremos ser técnicos, podríamos someternos al BRIEF test (Behaviour Rating Inventory of Executive Function – Calificación por Inventario
del Comportamiento y Función Ejecutiva) elaborado para niños y adolescentes
entre las edades de 5 y 18 en un cuestionario de 86 preguntas; o, podríamos simplemente
pensar si verdaderamente somos aquellas personas que carecen del impulso que
conlleva a la acción. Yo recomiendo el segundo y dejaría el primero como opción
para psicólogos y psiquiatras en función de sus pacientes específicos.
Así pues, les
dejo la duda si son de los que sueñan con hacer mucho pero verdaderamente, sin
importar la razón, realmente hacen poco. Primero hay que saber SER para poder
HACER, siendo así el autoconocimiento uno de los pilares para lograr
cambiar nuestra forma de ser, si así lo deseamos.
Finalmente,
les dejo una cita de Lionel Naccache de Le Nouvel Inconscient que dice: “de la existencia de procesos inconscientes
que no podemos controlar, hemos sacado la equivocada consecuencia que todos son
incontrolables.”
Una feliz
semana para tod@s, llena de acción y mucha inteligencia ejecutiva.