Hace ya unos meses leí un
libro escrito por Adolf Guggenbuhl-Craig, analista junguiano suizo
perteneciente a la escuela arquetipal en psicología clínica. En ese libro, el
cual admito fué agradable de leer no sin presentar una que otra dificultad, se
describe la posición dicótoma de todos los aspectos de la vida. Una especie de
explicación jungiana sobre el Ying y el Yang, las dos caras de las monedas etc.
Todo proceso en nuestras
vidas necesita de un elemento clave. Necesita de la llave para darle inicio.
Una especie de bandera verde para poder tomar parte de el. Dentro del mundo de
las emociones, yo la catalogaría como una emoción primaria al igual que la
alegría, tristeza, angustia, sorpresa, ira, miedo y disgusto.
Les hablo nada más y nada
menos de la CONFIANZA.
Laurence
Cornu en “La confianza en las relaciones pedagógicas” describe la confianza
como una hipótesis sobre la conducta futura del otro. Es una actitud que
concierne el futuro, en la medida en que este futuro depende de la acción de un
otro. Es una especie de apuesta que consiste en no inquietarse del no-control
del otro y del tiempo.
Estoy
de acuerdo en que es una acción a futuro pero va ocurriendo en cada presente
que vamos viviendo. La confianza es una puerta por la cual decidimos entrar, sin
olvidar que cada paso que damos, nos profundizamos en un terreno que debe ser
analizado constantemente.
La
dicotomía del término es clara. Podemos estar constantemente en plena
desconfianza o pasar al otro lado a tener exceso de confianza. No recala la
posibilidad que estas dos puntas de la línea puedan ser utilizadas en
ocasiones, pero yo creo que es importante mantener una especie de asertividad
dentro de la confianza misma. Una
confianza asertiva. Una confianza neutra, conociendo que en cada acción,
cada encuentro, cada reacción, la confianza misma puede llevarnos a uno de sus
dos extremos.
La
confianza es un arma de doble filo. Quizás
es nuestra mente y/o nuestra emocionalidad la que se deja manipular por esta hechicera o princesa. De nuevo, las
dos puntas de la dicotomía.
Por
eso, la mejor herramienta que tenemos, una vez mas, es tener presente nuestro
presente y vivir el ahora, sin olvidar que dicha confianza puede inclinar la balanza
y llevarnos a momentos incómodos que son evitables.
Veamos
un ejemplo que seguro le ha pasado a mas de uno.
Nos
presentan a una persona o a una pareja de esposos. Aquí ya existen 2 caminos
que esta relación puede tomar. Una por interés, ya sea profesional o personal,
y la otra es simplemente la opción de “no interés”. Cuando no existe interés,
la naturalidad sale a flote. No nos interesa pretender ser alguien diferente,
no nos interesa impresionar a los nuevos conocidos y simplemente seremos
nosotros mismos siendo esto la libertad más grande que hay. Por eso de esta
opción no hablaré en esta entrada.
Cuando
existe algún interés de por medio. El infalible “juicio” entra a jugar y forma parte de la consciencia de la
confianza. Indiscutiblemente no hay una segunda oportunidad para causar una
primera impresión y esto funciona a doble vía. Tanto nosotros hacia las
personas que estamos conociendo y viceversa. El juicio siempre entra en juego y es el que
da el paso a la confianza.
Una
vez iniciamos nuestra neo-relación, la cordialidad y la mesura se apoderan de
nosotros. No tenemos la confianza para
algunos chistes o algunas palabras que diríamos con personas ya conocidas. La
confianza y el deseo de ser agradables se convierten en una mascara temporal
que una vez pasado el primer filtro, podemos llegar a quitar y mandar bien
lejos.
Cuando
ya “entramos en confianza” es cuando
el terreno puede convertirse, en un segundo, en terreno inhóspito y
desagradable. No existe un punto exacto para que podamos ser nosotros mismos.
Talvez para algunos interesados, solo se puede cuando cumplen con el objetivo
de obtener algo. Un favor, una buena palabra, etc. Una vez esto se cumpla, ya
se quitan la mascara y siguen siendo los mismos en esencia.
Algunas
relaciones continúan y a medida que madura la relación y salen los verdaderos
colores de cada integrante, nos sentimos con la confianza para expresar
nuestros sentimientos a lo que no nos gusta y hasta ponernos bravos con las
otras personas. Cuándo se imaginaria uno que en la primera fase de la relación
uno sacaría la verdadera esencia? Esto solo pasa cuando ya hay confianza. En mi
país se conoce esta acción como “pelar el
cobre” y es una acción que desenamora si no viene justificada ya sea con
una explicación o una escusa. Nadie es perfecto y todos nos equivocamos, y si
hay una relación que verdaderamente vale la pena conservar, cuando el cobre es
pelado y los verdaderos colores de nuestra esencia salen a flote, debemos tener
una explicación y bajar la cabeza. La aceptación y la adaptabilidad son
diferentes en cada caso. Aceptar a otras personas como son es de gigantes
emocionales y se debe saber llegar a este estadío progresivamente. Sorpresas te
da la vida.
Mi
padre me enseño que “se debe desconfiar de todo el mundo pero no mostrar
desconfianza.” Creo que es acertado el pensamiento ya que nos mantiene en el
presente de una relación. Es obvio que cuando el tiempo, la emocionalidad y la
confianza son llevadas a su umbral de permanecia, esta frase ya no hace efecto.
Nadie (bueno seguro algunas mentes patológicas o resentidas) anda por la vida
desconfiando de su esposo o esposa, padre o madre, hijos y amigos cercanos.
Esto no es vida.
Estamos
envueltos en nuevas relaciones a diario y depende de nosotros qué tanta
confianza mostremos y hacia donde queremos llegar con ella. La falta de interés
es clave para poder ser nosotros mismos. Vivir en transparente es lo que me
hace a mi feliz y espero que ayude a todos a sentir lo mismo.
Feliz
semana para tod@s.