Por más
entrenados que estemos, la vida nos sorprende con los cambios que van llegando.
Ya sean cambios buscados o involuntarios, la sensación frente al cambio puede asimilarse
de 2 formas: que sea agradable o que no lo sea.
La gran mayoría
de veces, cuando buscamos el cambio y este llega, podemos decir que nos es
favorable ya que cumplimos con ese deseo inicial de cambiar. Cuando emprendemos
hacia un cambio y no se nos da, es altamente probable que pensemos o asimilemos
que hemos fracasado. En mi opinión, un error. Un error que no solo inicia con
un concepto inadecuado, sino que puede llevar a aniquilar una de las claves de
la inteligencia emocional como lo es la motivación.
Llevo varias
semanas esperando ver como mi emocionalidad se comportaría con respecto a los
cambios que están pasando en mi vida recientemente. Tener una hija, regresar a
mi país, buscar empleo entre otras actividades, son los sucesos que me han
llevado a caer en cuenta que mi vida ha cambiado, está cambiando, y seguirá cambiando
de manera continua. Nada ni nadie es estático. Estamos en flujo constante.
Estos últimos años
he aprendido mucho. He tratado de corregir mis errores y he aprendido de ellos.
No solo mi vida ha cambiado, sino que mi forma de ver la vida ha cambiado
igualmente.
Tratando de
aclarar de manera metafórica cómo es esa sensación que tengo, me atrevo a dar
el ejemplo que es como si estuviera debajo del agua con un tanque de oxigeno infinito.
No sé si algún@
de ustedes ha estado debajo del agua y simplemente ha analizado lo que siente,
lo que ve, lo que oye, o lo que no oye; y además, ha percibido un sentido de
tranquilidad que se pierde una vez uno vuelve a tierra. Gracias a esos minutos
debajo del agua, la llegada a la
superficie es diferente. Es como si estuviéramos recargados.
Pues con esta sensación
de estar debajo del agua, hoy en día me siento con cierta protección, mis
movimientos son más lentos, analizo un poco más las cosas antes de que mi
impulsividad (la cual ha mejorado sustancialmente) me lleve a una equivocación.
Esta sensación subacuática me está dando una tranquilidad fantástica y cada vez
que puedo, me transporto a ella. Hoy en día,
y tal vez desde que leí un post en el blog de una gran amiga, me ha entrado un
profundo respeto (por no decir miedo) a volar, manejo muy despacio y estoy
constantemente velando por la seguridad de mis seres queridos. Es una sensación
de querer que estuvieran ahí debajo del agua conmigo, sintiendo esa misa protección
que siento yo.
Debajo del
agua hay un silencio diferente. Es un silencio que tranquiliza. Este silencio
profundo que obtengo creyendo que estoy debajo del agua, me aísla de las
situaciones que no quiero me incomode. No es un escudo pero si una protección temporal
para simplemente rechazar lo que me produce incomodidad. Hay mucha estática a
nuestro alrededor, mucha mala energía que si no es posible cambiar, es mejor
alejar. Debajo del agua es donde realizo el “fine-tuning” para salir nítido a
enfrentar mí día a día.
Debajo del
agua me muevo más lento. Aunque por simple física existe mayor resistencia para
el movimiento, lo aprovecho para analizar con más criterio las situaciones que
me rodean. Pienso y luego existo como decía Descartes. El estado subacuático me
da el tiempo para hacerlo y eso me agrada.
Estando debajo
del agua no estoy tentado a interactuar con nadie. Muchas personas mal
interpretan lo que uno verdaderamente quiere decirles y se presta para
disconfort lo cual resta mucha energía emocional. Créanlo o no, me he vuelto
introvertido. Me gusta lo mío, lo privado, mi círculo directo.
Aclaro que no
me estoy volviendo un asocial y mucho menos un antisocial. Simplemente ya no
existe esa desgarradora impulsividad adolescencial para estar constantemente en
todo lado a toda hora. La omnipresencia deseada se ha convertido en querer
tener pequeños encuentros recargados de buena energía.
Estando debajo
del agua, toca afinar la visión de corta distancia. He aprendido a mirar lo que
tengo a mí alrededor. Me concentro en lo que es palpable, tangible,
manipulable. Tengo en mi cabeza mi plan de acción hacia el futuro, pero me
concentro en lo que el AHORA me está
enseñando.
Cada día de
nuestras vidas tendrá cambios en el menú. Es decisión nuestra si los tomamos de
entrante, de plato fuerte o de postre. Algunas personas ni siquiera caen en
cuenta que tienen la oportunidad de cambio en frente y otras personas piden 2
platos y están constantemente esperando más.
Creo que la
postura frente al cambio es única para cada persona. Para cambiar lo único que
se necesita es querer cambiar. Una vez se decida que esto es lo que uno quiere,
se deberá hacer todo lo necesario para lograrlo.
La sensación subacuática producto del estado subacuático me ha servido para desconectar un rato antes de reconectar nuevamente.
Para llegar al
final, lo único que debemos hacer, es empezar.
Buen fin de
semana para tod@s.
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